domingo, 20 de mayo de 2012

CERRAR LOS OJOS

Quiso escapar de otro fin de semana, pero después del atardecer se vio de nuevo envuelto en la morosidad del tiempo que va quemando momentos, en las horas que pasan lentas bajo el sofoco de los pensamientos. Calibró la intensidad de los sentimientos hasta reconocer que son capaces de sobrevivir a cualquier tormenta, como las algas que se adhieren a las paredes del fondo del mar y van soportando las embestidas de las olas, dejándose llevar lentamente hasta que algún día logran soltarse y las mareas las llevan a otro lugar, para despertar con la mirada limpia después de un sueño. Y luego andar, hasta que los pasos se hagan huecos y suenen cada vez más lejos, hasta que ya no necesiten reconocer los mismos sitios por donde quedaron fijadas a las piedras las emociones. Por eso algunas veces hay que cerrar los ojos para ver algunas cosas.